La Academia Pontificia de las Ciencias tiene por objeto honrar la ciencia pura, asegurar su libertad y favorecer la investigación. Fue fundada en Roma, en 1603, por Federico Cesi, Juan Heck, Francisco Stelluti y Anastasio De Filiis. Originariamente se denominó «Academia de los Linces (Lincei)», más tarde «Academia Pontificia de los nuevos Lincei», y el 28 octubre de 1936, el Sumo Pontífice Pio XI la dotó de nuevos estatutos y le dio el nombre actual. El 1 de abril de 1976, el papa Pablo VI aprobó los estatutos actuales.
El cuerpo académico está formado por ochenta académicos de nombramiento pontificio, elegidos de entre los más notables científicos del mundo.
Es la única academia de ciencias con carácter internacional en el mundo. La sede principal se encuentra en la Casina de Pio IV, dentro de los Jardines Vaticanos.
Desde el año 1902, nada menos que 70 Premios Nobel fueron entregados a miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias.
Los académicos son escogidos en base a sus eminentes estudios científicos originales y su reconocida personalidad moral, sin discriminación étnica o religiosa, y son nombrados aún en vida mediante un acto soberano del Santo Padre como muestra del reconocimiento vaticano a su trabajo científico en pos del progreso de la humanidad. La mayoría de los académicos fue seleccionada por la Academia Pontificia de las Ciencias aún antes de ganar el Premio Nobel.
Lista de Premios Nobel miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias
La lista oficial de miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias que ya ganaron el Premio Nobel puede ser consultada en la página de la academia. Nosotros la exponemos a continuación:
Pieter Zeeman (Física, 1902)
Lord Ernest Rutherford de Nelson (Química, 1908)
Guglielmo Marconi (Física, 1909)
Alexis Carrel (Fisiología, 1912)
Max von Laue (Física, 1914)
Max Planck (Física, 1918)
Niels Bohr (Física, 1922)
Sir Chandrasekhara Venkata Raman (Física, 1930)
Werner Heisenberg (Física, 1932)
Charles Scott Sherrington (Fisiología o Medicina, 1932)
Paul Dirac e Erwin Schrödinger (Física, 1933)
Thomas Hunt Morgan (Fisiología o Medicina, 1933)
Sir James Chadwick (Física, 1935)
Peter J.W. Debye (Química, 1936)
Victor Francis Hess (Física, 1936)
Corneille Jean François Heymans (Fisiología o Medicina, 1938)
Leopold Ruzicka (Química, 1939)
Edward Adelbert Doisy (Fisiología o Medicina, 1943)
George Charles de Hevesy (Química, 1943)
Otto Hahn (Química, 1944)
Sir Alexander Fleming (Fisiología, 1945)
Artturi Ilmari Virtanen (Química, 1945)
Sir Edward Victor Appleton (Física, 1947)
Bernardo Alberto Houssay (Fisiología o Medicina, 1947)
Arne Wilhelm Kaurin Tiselius (Química, 1948)
Walter Rudolf Hess (Fisiología o Medicina, 1949)
Hideki Yukawa (Física, 1949)
Sir Cyril Norman Hinshelwood (Química, 1956)
Chen Ning Yang e Tsung-Dao Lee (Física, 1957)
Joshua Lederberg (Fisiología, 1958)
Severo Ochoa (Fisiología o Medicina, 1959)
Rudolf Mössbauer (Física, 1961)
Max F. Perutz (Química, 1962)
Sir John Carew Eccles (Fisiología, 1963)
Feodor Lynen (Fisiología o Medicina, 1964)
Charles H. Townes (Física, 1964)
Manfred Eigen e George Porter (Química, 1967)
Har Gobind Khorana e Marshall W. Nirenberg (Fisiología, 1968)
Luis Federico Leloir (Química, 1970)
Gerhard Herzberg (Química, 1971)
Christian Boehmer Anfinsen (Química, 1972)
Christian de Duve (Fisiología, 1974)
George Emil Palade (Fisiología, 1974)
Martin Ryle (Física, 1974)
David Baltimore (Fisiología, 1975)
Vladimir Prelog (Química, 1975)
Aage Bohr (Física, 1975)
Werner Arber (Fisiología o Medicina, 1978)
Abdus Salam (Física, 1979)
Paul Berg (Química, 1980)
Kenichi Fukui (Química, 1981)
Kai Siegbahn (Física, 1981)
Roger Wolcott Sperry (Fisiología o Medicina, 1981)
Sune Bergstrom (Fisiología, 1982)
Carlo Rubbia (Física, 1984)
Klaus von Klitzing (Física, 1985)
Rita Levi-Montalcini (Fisiología, 1986)
John C. Polanyi (Química, 1986)
Yuan Tseh Lee (Química, 1986)
Jean-Marie Lehn (Química, 1987)
Joseph E. Murray (Fisiología, 1990)
Gary S. Becker (Economía, 1992)
Paul J. Crutzen e Mario J. Molina (Química, 1995)
Claude Cohen-Tannoudji e William D. Phillips (Física, 1997)
Ahmed H. Zewail (Química, 1999)
Günter Blobel (Fisiología, 1999)
Ryoji Noyori (Química, 2001)
Aaron Ciechanover (Química, 2004)
Theodor Hänsch (Física, 2005)
Gerhard Ertl (Química, 2007)
Stephen Hawking y La Academia Pontificia de las Ciencias
Por eso S. Hawking y otras personas integrantes de esta Academia no son ni católicos ni tan siquiera pertenecen a otras ramas del cristianismo
Hawking aunque se declare ateo y no domine la filosofía, continuará siendo miembro hasta su muerte, salvo (supongo) que renuncie, porque su función en la Academia es respaldar científicamente en cuestiones de su competencia y en Física donde no cuentan sus creencias, sino sus trabajos científicos.
Stephen Hawking ha hecho acto de presencia en alguna reunión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias (física, química, ...ciencias naturales)
La Academia es un órgano independiente dentro de la Santa Sede y disfruta de la libertad de investigación. Sus deliberaciones y los estudios a que se dedica, al igual que la composición de sus académicos, no están influidas por factores de un grupo nacional, políticas o de carácter religioso. Por esta razón, la Academia es una valiosa fuente de información científica objetiva que se pone a disposición de la Santa Sede y de la comunidad científica internacional.
Encuentro entre el Papa Juan Pablo II y Hawking
Hawking escribio en su libro algo no muy honrado para ganar fama y ser martir de la ciencia actual, ser el proximo Galileo:
HAWKING, Stephen, Historia del tiempo, Ed. Crítica, Barcelona, 1988, trad. Miguel Ortuño.
"Durante la década de los setenta me dediqué principalmente a estudiar los agujeros negros, pero en 1981 mi interés por cuestiones acerca del origen y el destino del universo se despertó de nuevo cuando asistí a una conferencia sobre cosmología, organizada por los jesuitas en el Vaticano. La Iglesia Católica había cometido un grave error con Galileo, cuando trató de sentar cátedra en una cuestión de ciencia, al declarar que el Sol se movía alrededor de la Tierra. Ahora, siglos después, había decidido invitar a un grupo de expertos para que la asesorasen sobre cosmología.
Al final de la conferencia, a los participantes se nos concedió una audiencia con el Papa. Nos dijo que estaba bien estudiar la evolución del universo después del "big bang", pero que no debíamos indagar en el "big bang" mismo, porque se trataba del momento de la Creación y por tanto de la obra de Dios. Me alegré entonces de que no conociese el tema de la charla que yo acababa de dar en la conferencia: la posibilidad de que el espacio-tiempo fuese finito pero no tuviese ninguna frontera, lo que significaría que no hubo ningún principio, ningún momento de la Creación. ¡Yo no tenía ningún deseo de compartir el destino de Galileo, con quien me siento fuertemente identificado en parte por la coincidencia de haber nacido exactamente 300 años después de su muerte!" (p. 156).
Ahora bien, ¿qué es exactamente lo que el Papa Juan Pablo II le dijo a Hawking y a los otros científicos que estaban con él? Veámoslo:
JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en la sesión plenaria de la Pontificia Academia de Ciencias, 3 de Octubre de 1981.
"Toda hipótesis científica sobre el origen del mundo, como la de un átomo primitivo, del que procedería el conjunto del Universo físico, deja abierto el problema referente al comienzo del Universo. La ciencia no puede por sí misma resolver dicha cuestión (*); hace falta ese saber del hombre que se eleva por encima de la física y de la astrofísica, y que recibe el nombre de metafísica; hace falta, sobre todo, el saber que viene de la revelación de Dios. Hace treinta años, el 22 de noviembre de 1951, mi predecesor el Papa Pío XII, hablando del problema del origen del universo con ocasión de la semana de estudios sobre la cuestión de los microseísmos, organizada por la Pontificia Academia de las Ciencias, decía lo siguiente:
"Sería inútil esperar una respuesta de las ciencias de la naturaleza, las cuales, por el contrario, declaran con lealtad hallarse ante un enigma insoluble. Igualmente, es cierto que el espíritu humano, entregado a la meditación filosófica, penetra más profundamente en el problema. No se puede negar que una mente iluminada y enriquecida con los conocimientos científicos modernos y que investiga con serenidad el problema, es llevada a romper el cerco de una materia totalmente independiente y autónoma - bien por ser increada o por haberse creado ella misma - y a elevarse hasta un Espíritu creador. Con la misma mirada diáfana y crítica con que examina y juzga los hechos, llega a vislumbrar y a reconocer en ellos la obra de la Omnipotencia creadora, cuya virtud, suscitada por el poderoso "fiat" pronunciado hace miles de millones de años por el Espíritu Creador, se desplegó dentro del Universo, llamando a la existencia, en un gesto de amor generoso, a la materia desbordante de energía"."
Que dijo la prensa y el mismo Stephen Hawking
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/131384/0/cosmologia/Hawking/iglesia/#xtor=AD-15&xts=467263
Lo que el Papa dice no es que la ciencia "no debe" ("ne doit") estudiar el origen radical de la materia, sino que "no puede" ("ne peut") hacerlo. No se trata de un "no poder" de "no estar permitido", sino de un "no poder" de "no ser capaz por sus propios medios", como se ve claramente por el texto. Obvio la prensa no escribio el discurso completo.
como podemos ver la La Academia Pontificia de las Ciencias, es una buena institucion al servicio de la humanidad, la cual le da el visto bueno a los cientificos para que estudien evolucion, creacion, astronomia, quimica, biologia, matematicas etc.
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